Persistencia de la memoria

Esta entrada no tiene nada que ver con Salvador Dalí y su cuadro de los relojes.  Nada.  Es sobre otra cosa totalmente distinta.  Posta.  Hay pasado, presente, futuro y surrealismo, pero de pintura, relojes y Dalí, ni un poco.

Cuando empecé a frecuentar diariamente este invento que es Internet con el mero afán de ocio, allá por principios de 1999 y un modem V.90 de 33600 baudios mediante, escuché los primeros comentarios sobre un tipo raro.

Un tiempo después, escuché hablar de un blog escrito por una mina: una señora gorda, madre, esposa, que relataba sus peripecias y vivencias y las de su familia.  Tiempo después, me enteré que Mirta Bertotti en realidad se llamaba Hernán Casciari.  El chabón era tan, pero tan bueno, que tuvo a sus lectores una bocha de tiempo pensando que en realidad era la Mirta quien escribía.

El tiempo pasó, que es lo bueno que tiene el tiempo:  es como si te quemás la lengua tomando mate: cuando llega te jode, pero siempre pasa.  Como sea, yo nunca le di pelota a Mirta, los blogs eran la menor de mis preocupaciones en esa época de crisis y corralitos, y Hernán Casciari se borró completamente de mi cabeza.

No fue hasta cerca del 2007, cuando empecé a trastear con los blogs y a interesarme por lo que eran, que descubrí su blog, Orsai.  Llegué allí de la mano del texto aparecido cuando se cumplían tres años del blog, llamado, muy crípticamente, Tres años después.  El texto, la idea de las simples letras negras sobre fondo blanco, sin artificios, me encantó; pero donde Casciari realmente me ganó la plata, fue con la última parte de la última frase: «la historia de nuestra vida en común».  Yo no entraba en ese «nuestra», claro está, y por supuesto que tampoco en lo de «vida en común», pero se me antojó creer que sí y entonces decidí empezar a leerlo regularmente.  Cada  nueve días aparecía un texto nuevo.  Unas 1800 palabras de promedio, según él.  Creo que nunca le conté menos de 1500.  Eran, y son, piezas de prosa maravillosas, elaboradas con mimo, con un estilo distendido que te llevaban de las carcajadas al borde de las lágrimas de un plumazo, y que muchas veces te dejaban el marote carburando hasta la entrega siguiente.

Hernán, a lo largo del tiempo, me dejó conocer a su mamá Chichita, me hizo viajar en el tiempo, e incluso me presentó a su mejor amigo, el Chiri Basilis, del que hacía años estaba lejos en distancia, Hernán en España, el Chiri en Luján.

Un buen día, un buen noveno día, no pasó nada.  Ni nueve días después.  Ni otros nueve días más allá.  Ni a los siguientes nueve días.  Ni una palabra.  Ni una explicación.  Ni un amigo diciendo que se había muerto, ni su señora Cristina diciendo que finalmente lo había convendico de dejar de escribir gratis para la gilada y de que se pusiera a laburar,  ni una nota contando que había ganado la lotería y se encontraba en algún tipo de paraíso tropical sin Wi-Fi pero con piñas coladas y porro a cagarse abajo de cada palmera.  Nada.  NADA, entendés?  Sabés lo que es NADA DE NADA?  Bueno, eso.

Pero yo lo dejé en el Reader por si algún día aparecía alguna novedad, no? Porque ya a esa altura éramos prácticamente amigos con el Gordo, a pesar de que yo casi ni había comentado en Orsai y era más que un recontra perfecto desconocido para él.  Hasta que un buen día apareció, el muy sorete.  Ya.  Es una falta de respeto, lo sé.  No, loco, ya te dije que no nos conocemos, ni nada.  Sí, lo sé.  No debería dirigirme así a las personas con quien no tengo trato y que no sólo no me han hecho nada malo, sino que también me han alegrado el día más de una vez… pero la culpa fue de él.  Me habló durante años como a un viejo amigo, me contó las proezas de su hija y que de gurí era fantástico estropeando fotos y de cuando se fueron a Buenos Aires a escribir y que les pagaran y me hizo confidente de verdades e historias y cuentos y mentiras descaradas y un buen día me dejó colgado.  Así, de onda.  Decime si eso no es ser un sorete!

Y tan de repente como se fue, reapareció.  Apareció y nos explicó (a mí y a los miles de boludos que nos quedamos esperando su vuelta), por qué se había ido, por qué volvió y por qué volvió cuando lo hizo:  llegó el Chiri, un buen día, y se quedó allí, en su casa o muy cerca en todo caso.  Y el Chiri se quedó a comer en lo de Hernán y estuvieron 12 meses de sobremesa, fumando cuete y poniéndose al día y largando ideas entre risotadas y otros delirios.  Un año y 4 días, para ser precisos.  Del 18 de setiembre de 2009 al 23 de setiembre de 2010.

Acá viene la parte que le da nombre a esta entrada, porque Hernán y el Chiri se quedaron hablando un año y rescatando un sueño que nunca olvidaron desde que se les ocurrió por primera vez cuando tenían 6 años: hacer una revista.  Algo simple: una entrega trimestral, 208 páginas con el mejor papel y la mejor impresión que se pueda conseguir; con escritores que admiren y dibujantes que envidien (son dibujantes frustrados estos dos pibes), sin publicidad, sin intermediarios, con un precio accesible para los lectores: el equivalente a 15 diarios del sábado, lo que incluye el envío a cualquier parte del mundo; que los que no puedan pagar, igual puedan leer una versión electrónica gratuita; que llegará en 7 días o menos al lector desde la fecha de publicación; tendrá un presupuesto inicial de 100.000 euros; y si funcion,a bien y si no, también.  Algo así, grosso modo.

Es un delirio, no?  Sin publicidad, sin editoriales grupos económicos que los respalden, con calidad al palo, sin intermediarios… con la compra directa de los lectores!  No hay nada que pueda funcionar así, en este mundo y mercado de piratas infectos enemigos de la cultura… verdad?  Verdad?  Bueno, entonces, ahora andate a la columna de más a la izquierda de este blog, y fijate cuántos lectores tiene el primer número de la Revista Orsai, ANTES de que salga a la calle.  Porque nadie sabe qué va a tener adentro.  Sólo nos imaginamos que va a ser una cosa alucinante y espectacular, llena de luminarias de las letras y el dibujo, conocidos o por conocer.  Pero si son aprobados por Hernán y el Chiri, entonces tiene que estar bien, no?

Desde el día 1º de noviembre en que se abrieron las ventas, hasta hoy, viernes 19 de noviembre, a las 10 y monedas de la noche:

Y esto sin publicidad formal y sin saber cuáles van a ser los contenidos.  Con apenas un par de pistas sobre escritores y dibujantes que van a compartir el primer número.  Claro que antes de empezar con todo esto, mandó a cagar más o menos a todos los grupos editoriales donde le pagaban por escribir.  A TODOS.  A TOMAR POR CULO.  Con más educación, pero sí, el chabón renunció, harto de intermediarios y de no poder escribir lo que quería, con la cantidad de palabras que quería.

En mi vida había visto algo así.  Gente totalmente desconocida que se junta espontáneamente para pedir atados de la revista (se venden en packs de a 10, por un tema de costos de envío), y los números que no paran de crecer, gente que ha mandado a hacer remeras, que hasta tienen organizados los grupos de lectura, otros que diseñan afiches, los que se juntan por Facebook.  Con notas de prensa en diarios de primera línea (La Nación, Clarín, El País -de España-, etc.) comentando todo esto y repitiendo lo mismo… porque saben lo mismo que nosotros.  Le pregunté a un par de dibujantes (Matías y Maco) si podía enviarles sus sitios a Hernán para que los vea y vea, y Maco se copó con la idea y me pidió que le encargue una revista… en tres minutos entre que le escribí y me contestó.  Yo mismo tengo revistas encargadas para mí y para regalar.

Todo esto generado a puras ganas y con la única base de la confianza en lo que nos contó un tipo que iba a hacer.  Entendés?  En estos tiempos de individualismos y egoísmos y crisis e incertidumbres y pérdidas de fe, miles de personas en todo el mundo somos parte y ayudamos a construir un sueño de otro.  Decime si no está bueno!!  Es, de alguna manera, como hacer una travesura. Excitante! Porque es una travesura el que alguien haga y otros compren algo así, por fuera de todo el mercado editorial y que rompa radicalmente con todo el modelo de negocios conocido. Es una revolución equivalente a la que en su momento debe haber provocado la invención del arroz con leche.  Lo pienso y me entra la risa floja. Maravillosa y gigantesca travesura, que a pesar de todo lo que implica e involucra, me gusta ver con una pureza e inocencia que parece un cuento.  Hernán dijo «queremos jugar» y todos dijimos «dale, jugamos».  Qué más simple que eso?

Claro que tampoco hay nada improvisado en todo esto.  Hernán y el Chiri cuentan con un staff de más de 20 personas y hasta montaron su propia editorial.  Porque si l’hacemo’, l’hacemo’ bien.  Este hijo de puta es tan grandioso, que hasta convenció al pizzero que les llevaba el morfi cuando hacían sus primeras armas en una redacción para que se mudara a Sant Celoni, el pueblo donde viven Hernán, el Chiri y varios de los del staff.   Es más, la Revista Orsai está encima de la pizzería de Comequechu.  Es tanto el delirio, que Comequechu es boca de venta de la Revista Orsai.  Hasta cierta distancia, con la compra de la revista, va incluida la entrega en domicilio más una pizza con muzza.  Solamente a un enfermo puede ocurrírsele algo así, no?  Bueno, mirá si será enfermo, que el vago encargó más de 200 revistas y las vendió todas.  Pa’ vo y tu tía Roberta!  No dejo de preguntarme, si sigue así, dónde va a guardar tanto queso!

Orsai es lo más parecido a la magia de verdad que he visto.  Creo que si Rincewind dirigiera la vista hacia el patio de Hernán, lo vería brillar de un color octarino tan intenso, que tendría miedo de quedarse ciego.  Hey! Hasta puedo escribir más de 1900 palabras de su mano, cosa que no está mal para alguien cuyos textos más largos raramente pasan de las 1000.

Si estás en Uruguay y querés la revista, personalmente, junto con algunas decenas (o cientos) de personas más, la estamos encargando por intermedio de la Librería El Narrador.  En otra muestra de todo lo que está generando Orsai, te cuento que Federico Arregui (de El Narrador) se prendió a esta movida en plena paternidad recién estrenada.  Como tenía poca cosa para hacer y de todos modos no podía dormir más de dos horas seguidas por noche, se puso a reservar y encargar revistas.  Cómo la ves?

Te invito a que lo visites a Hernán, va a estar encantado de recibirte en Orsai.  Y si querés sumarte a este invento que es la revista, bienvenido.  Ya somos un montón.

Si vos te venís, seríamos un montón +1, y se te venís con un amigo, seríamos un montón +2. Ahora, si tenés un montón de gente que se prenda con la revista, ahí las matemáticas se me desdibujan un poco… dos montones, un montonazo, un montón genérico… puede un montón genérico ser visto o considerado desde algún punto de vista como un montón infinito?  N individuos forman un montón, en donde N pertenece a los naturales.   Aunque pensándolo bien, no hay tanta gente en el mundo (incluso contando a los chinos!) como para hablar de un N que tienda a infinito.

En todo caso, los amontonamientos pueden llegar a ser divertidos (aunque peligrosos), dependiendo de qué tan cachondo esté el personal.

4 Respuestas a “Persistencia de la memoria

  1. tal cual!!!. Muy buen escrito.

  2. No niego que sea un gran tipo y un gran comunicador, lo que sí sé es que sabe venderse, llevo tiempo oyendo el fenómeno Casciari!!!!!

  3. Ja! Tiene un master summa qum laude en el tema de saber venderse. Es entrador que da miedo, además de astuto. Muy astuto, el gran cabrón. En mi humilde opinión, un mago de las palabras. Casi lo envidio a morir, aunque no le deseo mal… a lo sumo que se quiebre una pierna, que es más o menos como desearle suerte 😉

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